Hoy es mi cumpleaños y, a pesar de la emoción que solía sentir en este día, me encuentro solo y sin un mensaje de felicitación. La pregunta que ronda en mi mente es: ¿por qué nadie me desea un feliz cumpleaños?
Al mirarme en el espejo, empiezo a dudar de mí mismo. ¿Será que mi apariencia aleja a los demás? La inseguridad se apodera de mí y me hace sentir aún más aislado. Sin embargo, reflexionando, me doy cuenta de que la belleza es subjetiva. Quizás no se trata solo de mí, sino de las circunstancias de la vida de cada uno.
La verdad es que todos enfrentamos momentos difíciles y ocupaciones que pueden nublar nuestras relaciones. Tal vez mis amigos están atrapados en sus propios mundos y no se dieron cuenta de la fecha.
En lugar de dejar que la tristeza me consuma, elijo recordar que, aunque este año no haya recibido deseos, eso no define mi valor. Cada año es una oportunidad para crecer y rodearme de quienes realmente importan. La clave está en ser amable conmigo mismo y no dejar que un día me haga sentir menos. Después de todo, cada cumpleaños es una nueva oportunidad para empezar de nuevo.