La primera vez que Donna Lochmann buscó en un edificio de apartamentos en ruinas y abandonado en St. Louis, Missouri, no pudo encontrar lo que estaba buscando. Un buen samaritano había llamado a Stray Rescue of St. Louis (SRSL) para informar sobre el avistamiento de un perro, pero Lochmann, la jefa de salvamento del refugio, regresó con las manos vacías.
“Buscamos en cada piso y no vimos nada”, dijo Lochmann a The Dodo. “No había ni un solo perro, nada.”
Con las temperaturas bajando y más llamadas informando sobre un perro ladrando desde dentro del edificio, Lochmann decidió volver y seguir buscando. Esta vez, encontró a alguien.
“Cuando llegué a la parte trasera del edificio, vi a un perro tumbado en el césped”, dijo Lochmann. “La vi correr hacia la parte trasera del edificio y entrar, así que la seguí.”
Desafortunadamente, para cuando Lochmann entró al edificio, el perro ya había desaparecido en uno de los muchos apartamentos vacíos. No pudo encontrar a la perra por su cuenta, por lo que Lochmann regresó al refugio y reclutó la ayuda de otros miembros del personal.
Lochmann y su equipo regresaron al edificio al día siguiente, y mientras iban de habitación en habitación buscando a la asustada perra, de repente oyeron ladridos provenientes del interior.
“Llegué allí y había una pobre perra simplemente acostada entre los escombros de este edificio”, dijo Lochmann. “Estaba absolutamente temblando, sus patas estaban temblando tan fuerte.”
El clima estaba frío ese día, pero Lochmann sabía que el temblor de la perra era causado más por el miedo que por la falta de calor.
“Me sentí tan mal por ella”, dijo Lochmann. “Ha pasado un tiempo desde que vi a uno temblar tan fuerte, y es desgarrador verlos tan asustados de ti.”
Para sacar al perro del edificio, Lochmann decidió usar una jaula de plástico en lugar de intentar sacarla con una correa. No solo sería físicamente difícil llevarla con una correa fuera del edificio en ruinas, sino que Lochmann temía que la estresara aún más.
Así que Lochmann usó la correa que tenía para guiar al perro hacia la jaula de plástico y rápidamente cerró la puerta detrás de ella.
“Una vez que estuvo en la jaula, se calmó”, dijo Lochmann.
Lochmann y su equipo llevaron la jaula fuera del edificio y luego la cargaron con cuidado en su Jeep. La llevaron de regreso al refugio, donde se le realizó una evaluación médica. Afortunadamente para la perra, pasó con éxito todas las pruebas.
El perro, a quien Lochmann llamó Habanero, estaba bien físicamente, pero aún estaba un poco nerviosa cuando llegó al refugio.
“Al principio todavía estaba bastante asustada”, dijo Lochmann. “Pero se fue adaptando bastante rápido. En pocos días, ya no gruñía y dejó de temblar cuando hablábamos con ella.”
