No es común encontrarse en una situación donde la decisión de mejorar la vida de un animal dependa de nosotros.
Cuando los rescatistas respondieron al llamado, se quedaron impactados al encontrar al perro en semejante estado. Estaba extremadamente desnutrido, con los huesos visibles y sin apenas pelaje. El cachorro estaba tan débil que apenas podía moverse, una escena desgarradora. Se refugiaba detrás de una pequeña valla publicitaria para protegerse del calor y del frío.
A pesar de todo, los rescatistas estaban decididos a brindarle una segunda oportunidad. Uno de ellos lo tomó en brazos y lo colocó en una jaula de transporte. Las lágrimas brotaban al ver la condición en la que se encontraba el perro y todo lo que había pasado solo.
Sin perder tiempo, lo llevaron a la clínica para que los veterinarios evaluaran su estado. Quedaron sorprendidos por su apariencia. Le diagnosticaron sarna, parásitos, desnutrición severa y deshidratación, pero confiaban en poder ayudarlo.
Bajo estricta supervisión veterinaria, el perro recién nombrado Lancris comenzó una dieta para recuperar su peso. Debía comer varias comidas pequeñas durante el día hasta alcanzar un peso seguro, para luego incorporar comidas más abundantes.
Una vez los veterinarios aseguraron su recuperación, Lancris fue dado de alta y pasó a cuidado de su rescatista. Con atención y cariño, el perro comenzó a mostrar signos de una recuperación lenta pero notable. Se trató su piel para que su pelaje volviera a crecer.
Día a día, Lancris se fortalecía y aprendía a caminar nuevamente. Cada avance era motivo de celebración. Después de 10 días, ya podía correr y disfrutaba cada oportunidad para hacerlo. Aunque aún estaba en proceso de recuperación, su progreso era impresionante y su rescatista lo acompañaba en cada paso.
Aunque el futuro es incierto, Lancris aprovecha al máximo su nueva vida, explorando y corriendo con felicidad, mientras su rescatista está ahí para apoyarlo en su camino hacia la plena recuperación.