Forastero es el nombre de uno de los once perros salvados por Martín Miranda y su familia, quienes también salvaron a un caballo de ser entregado a un zoológico como alimento para los leones. Canario, el caballo, estaba gravemente enfermo, pero el perro no lo dejó solo hasta que fue demasiado tarde.
A pesar de la fragilidad del canario y su incapacidad para valerse por sí solo, la familia decidió preguntarle al propietario si podían intentar preservarlo. Anteriormente habían rescatado gallinas, conejos y perros, y no podían soportar la idea de dejar morir a este caballo.
Canario vivió con la familia de Martín durante cinco meses, pero nada cambió para mejor durante ese tiempo. La condición de Canario se deterioró hasta el punto de que ya no podía valerse por sí solo.
Otro grupo sin fines de lucro, Voluntarios por Nuestros Caballos (VPN), contactó a miembros de Ayuda a Caballos Maltratados (ACMA) en Argentina sobre un caballo que estaba descansando en el suelo y no podía mantenerse en pie.
El caballo no tenía dientes, era evidentemente extremadamente viejo y desgastado, se había carcomido los huesos y mostraba otras señales de desgaste típicas de un caballo más viejo.
En ese momento, el veterinario de Córcega se dio cuenta de que no se trataba de un caso más de maltrato a los caballos, algo común en la región, donde los caballos son tratados como caballos de carreras hasta que mueren de agotamiento.
Canario estaba muriendo y no podía moverse, por lo que el médico le puso una inyección para dormirlo y finalmente darle un respiro de su terrible experiencia.
La familia se sorprendió al saber que el canario había sido sacrificado, pero pronto se dieron cuenta de que el caballo, que suponían joven y con mala salud, era en realidad una criatura anciana en busca de calma.