En una bulliciosa metrópolis, entre las sombras de imponentes edificios y calles concurridas, habitaba Bruno, un robusto pastor alemán de pelaje antes brillante y moderno, ahora enmarañado y opaco por años de vagabundeo. Desde siempre, Bruno había sido un errante, subsistiendo en las calles con restos de comida.
Era el séptimo cumpleaños de Bruno. A diferencia de otros perros con hogares llenos de amor, él había pasado cada cumpleaños solo. Recorría las calles buscando alimento y refugio, sin hallar ni consuelo ni compañía. El peso de siete años de soledad oprimía su corazón.
“¿Por qué lloro en mi cumpleaños?”, pensó Bruno con los ojos humedecidos. “Hace siete años que no tengo un hogar”.
Mientras deambulaba por el parque, observó a familias disfrutando con sus mascotas, sintiendo anhelo y tristeza. Evocó tiempos pasados cuando formaba parte de una familia, recuerdos lejanos e irrealizables.
Hambriento, Bruno se dirigió al mercado local en busca de sobras. Mientras olfateaba, escuchó una voz amable:
“¿Tienes hambre, amigo?”, le dijo alguien con una leve sonrisa.
Era Jack, un hombre con un pequeño puesto de comida, que había visto a Bruno en ocasiones anteriores, sintiendo simpatía por él.
Jack le ofreció carne a Bruno, quien agradecido devoró el alimento. Jack acarició su cabeza y prometió más que una simple comida.
Decidido a cambiar el destino de Bruno, Jack lo llevó a su hogar cómodo con un amplio patio. Sarah, su esposa, lo recibió con cariño y agua fresca. Tras un baño y cepillado, Bruno recuperó su brillo y vitalidad.
En su fiesta de cumpleaños improvisada, Bruno recibió amor y atención. Por primera vez en siete años, sintió el calor de un hogar y la compañía de una familia.
Aquella noche, acostado en una suave cama, Bruno, rodeado de sonidos reconfortantes, derramó lágrimas de alegría y gratitud. Su corazón, marcado por la soledad, se llenó de amor y esperanza.
“¡Por fin tengo un hogar en mi séptimo cumpleaños!”, pensó Bruno, sintiendo paz. Su vida había cambiado para siempre: una familia que lo amaba, un lugar al que pertenecía y la promesa de futuros cumpleaños felices.